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Entrevista con Manu Chao

Nacido en París en 1961, José-Manuel Thomas Arthur Chao es uno de los músicos progresistas más reconocido en el mundo franco e hispanoparlante. Ajeno a los grandes circuitos mediáticos, este prolífico y políglota cantautor emprende su música de manera crítica y comprometida con las causas de su tiempo, a partir de textos cargados de preocupaciones sociales y una amplísima combinación de ritmos provenientes de Europa, América Latina y África. Sus álbumes más reconocidos Clandestino (1998), Próxima estación esperanza (2001), Radio Bemba Sound System (2002) Siberie m’etait contée (2004), La radiolina (2007) y Baionarena (2009), se venden por millones de copias.

Para el antiguo miembro de la banda Mano Negra, y desde hace varios años líder de la Radio Bemba Sound System, con la que ofreció un memorable concierto en la Tribuna Antimperialista de La Habana en el 2006, sus agrupaciones más reconocidas son “dos bandas de escenario que funcionan con la energía como primera palabra”. Pleno de emoción cuando canta lo mismo en un gran estadio que en una esquina improvisada, pero sencillo y más bien tímido en la vida cotidiana, Manu emprendió este viaje con La Jiribilla durante dos días seguidos, conformando a retazos una conversación donde nos confiesa sus visiones en torno a la música, los deseos de estudiar Medicina en Cuba, sus reflexiones en torno a una época inquietante y apasionante al mismo tiempo y la certeza que lo ha acompañado en este camino “buscando un ideal”, donde más que respuestas nos deja sus eternas interrogantes: “¿Cuándo será? ¿Cuándo será? ¿Por dónde saldrá el sol?”.

Estos dos conciertos en los que has participado en Cuba han sido en homenaje al Che. En varias ocasiones has comentado que lo conoces desde que naciste, más allá del “líder de la izquierda mundial”, ¿qué es el Che, en lo personal, para Manu Chao?

Es el ejemplo de una persona a la cual se podría describir con una frase que estaba en una caja de Mano Negra, “entre lo dicho y lo hecho, el camino es derecho”, o sea, actuaba siempre de acuerdo con lo que pensaba y hay poca gente así. No lo conocí pero te da la sensación de que ponía sus actos a la altura de sus pensamientos. He leído cosas de él. Es un símbolo súper fuerte. En Europa siempre fue un símbolo de la juventud, la adolescencia, en los lugares de rock, siempre estaba ahí el Che, como un hermano más. Su alcance es mundial. Cuando fui a África, a trabajar a Mali, a lugarcitos pequeños son ellos los que te comentan del Che porque saben que algo tienes que ver con Latinoamérica y enseguida te hablan de él, como diciendo, lucha pa´ nosotros.

¿Y cuando llegas a Cuba y la gente te habla no del mito, sino de la parte humana?

La visita al Memorial fue muy fuerte por eso, fue conmovedor ver sus objetos, cosas que te llevan a la cotidianidad, detalles como el reloj, el mate… Cuando estuve ante los restos, sentí mucho respeto; pero ante la parte humana de los objetos en el Museo, me emocioné.

Has contado que en tu casa se escuchaba mucho Bola de Nieve y luego llegaron los Van Van y Eliades Ochoa… además del Che y la música, ¿qué otras razones te unen a Cuba?

Las más fuertes son esas. Lo que más me liga a Cuba desde mi infancia —que no lo podré quitar nunca de mi educación— es Bola de Nieve. Tengo 48 años y para mi vida es muy importante: ha sido su música, mi primer profesor, mi primer héroe musical.

Carpentier le regaló a tu padre, Ramón, el primer par de maracas que tuviste…

Hay un detalle de la anécdota de Carpentier sobre mí, que mi padre me contó hace años pero no recuerdo bien, algo le dijo Carpentier a mi padre de que yo iba a ser músico, él le avisó a la familia.

Hace poco participaste en la Feria del diario comunista francés L’Humanité, donde se realizaron actividades relacionadas con Cuba, ¿cómo calificarías la imagen que de nuestro país existe en Europa?

Hay varios niveles: al nivel del público que viene a nuestros conciertos hay una imagen positiva, el problema son los medios de comunicación, donde es horrible cómo quieren describir a Cuba, no es información, no es periodismo, es pura propaganda anticubana y ya sabes cómo son los grandes medios neoliberales de comunicación, que a fuerza de machacar acaban machacándote, y constantemente repiten la idea de que Cuba es dictadura, y solo hablan mal de la Isla y nunca de sus logros que existen, que están en la educación, en la salud, que son evidentes y ahí ni “mu”.

Entonces, el trabajo de cada día es desmontar esa propaganda. Por eso, en cada entrevista allí o me llega la pregunta o la provoco, porque no es justo, da una rabia terrible cuando ves cómo plantean los grandes medios de comunicación que el diablo de Latinoamérica es Cuba.

Cualquier persona que ha viajado por Cuba y otros países de la región lo sabe. Ya lo comentaba el otro día, el infierno no lo vi en Cuba, lo vi en otros países, vi cosas mucho más duras, violentas, inaceptables. La pelea allí es esa, reequilibrar la información. De todos modos hay mucha gente que manda otra información sobre Cuba, pero el problema son los medios.

¿En el Viejo Continente de qué modo se recibe la cultura cubana?

Los músicos cubanos han sido embajadores extraordinarios, aparte de la gente que conoce más o menos a Cuba y busca siempre cosas para informarse, muchos otros se sensibilizaron con la película del Buena Vista Social Club, que caló fuertemente a nivel popular, en toda Europa, hasta el último pueblito del continente. Más que la película la música fue muy escuchada. Vas a cualquier lugarcito perdido en Francia y cantas alguno de esos temas y las personas lo cantan contigo, es casi parte del folclor de allí, han llegado al alma de gente de toda clase, de cualquier edad. A raíz de eso muchos comenzaron a interesarse, a conocer otras bandas.

¿Cómo es tu relación con los cubanos cuando llegas a la Isla?

Es muy lindo lo que pasa con la gente, ya sea en La Habana o en El Mejunje, donde fue verdaderamente entrañable, y las ganas ahora es volver lo más rápidamente posible con toda la banda, porque de rumbitas la pasamos bien y espero que a la gente le guste; pero tengo ganas de venir con toda la banda a hacer un show de tres horas, hacer una gira por La Habana y a otros lugares de Cuba. Me parece muy entrañable ver muchachos que me crucé en la prueba de sonido y me dijeron que habían recorrido cien kilómetros para venir al concierto. La verdad es que hubo un trato muy lindo con las gentes y me dan ganas de volver con la banda para dar más.

Luego de haber vivido en varios lugares de América Latina, ¿no has pensado quedarte en Cuba por un tiempo?

Siempre me lo planteo cuando vengo aquí. Aparte de ser músico una de las cosas que en mi vida me gustaría ser es médico, quiero aprender Medicina, y qué mejor lugar en el mundo que Cuba para hacerlo, me lo estuve planteando toda esta semana como opción de vida. Quiero aprender a curar a la gente y busco profesores por el mundo, me hace falta un poco de tiempo pero un día voy a tomar esa determinación. Toda esta semana he estado pensando qué mejor lugar en el mundo para encontrar esos profesores que en Cuba, donde además puedo encontrar los mejores profesores de música, todo cubano es un profesor de música.

Imagina que en unos años alguien entre a tu consulta y te diga: pero si yo tengo todos tus discos…

Creo que nunca curaré en un consultorio, seguiré caminando por ahí y a donde llegue trataré a la gente. Pero no me veo en un consultorio, me veo caminando con la guitarrita y con sabiduría de curandero, qué mejor regalo para hacerle a una persona que curarlo de alguna molestia… es apasionante. Poquito a poco aprendo algunas cosas, sé aliviar algunas penas, pero me falta mucho camino.

Eso es lo que me falta con Cuba, siempre vengo a hacer conciertos, a pasar una semana pero me gustaría quedarme más tiempo, digamos seis meses para entenderla mejor, más profundamente, pero aún hay tiempo para eso.

En este viaje te acompañó Jacek Wozniak, pintor con el cual has trabajado por mucho tiempo, o sea, que no solo se dan los conciertos, sino también las artes plásticas homenajean al Che…

Al principio cuando Jorge, mi representante, me habló de venir aquí estos días no nos hablaba de conciertos. Yo estaba con Wozniak y lo primero que pensamos fue: vamos allí y pintamos un cuadro, porque tenemos una expo juntos. Wozniak viene mucho a pintar a mi casa porque vivo en un taller donde hay mucho espacio, y el primer trabajo que hicimos juntos fue el libro Siberie m’etait contée. Tenía en ese entonces muchos textos abandonados hacía años, escritos de juventud en francés, que para mí eran canciones fallidas. Un día él llegó al estudio, empezó a leer todo eso y me preguntó si se lo podía llevar a su casa y volvió a la semana con cada texto acompañado de un dibujo. Entonces todos esos textos que yo pensaba que no funcionaban, de pronto con esos dibujos me funcionaron y decidimos hacer ese libro donde él pintó sobre mis textos y aprendimos un oficio, porque fue un año de trabajo en el cual aprendimos a hacer un libro, lo hicimos todo nosotros: escribir, pintar, maquetar, ir a buscar el papel, ir a la fábrica, fue lindo.

Luego continuó viniendo a pintar a mi casa, y un día me plantó un cuchillo en el alma cuando me dijo: “ahora tienes que escribir sobre mis cuadros”. Dije que no por muchos meses porque una cosa es trabajar en Photoshop, donde si no sirve lo borras y no pasa nada, y otra es escribir en un cuadro donde no lo puedes borrar. Yo no tengo ninguna técnica, pero tanto insistió que un día me lancé a graffitear un cuadro de él y ahí empezó la expo que tenemos ahora que se llama Manwoz, de Manu y Wozniak, que se ha exhibido en bibliotecas, en lugares abiertos para que lo pueda ver el pueblo, espero que podamos traerla aquí un día, sería un sueño.

*Una de las características que más te señalan es la energía que despliegas encima del escenario*…

De adolescente era más observador, las fiestas las montaban los colegas, a mí nunca me gustó ser el centro de atención, siempre estaba en el rincón más oscuro observando y pensando: por favor que nadie me saque a bailar. Ahora llego a los lugares y todo el mundo me mira, me he acostumbrado pero no es natural para mí. Antes de los conciertos me cuesta, esté donde esté, nunca se me ha quitado, ahora mismo no me siento bien, estoy nervioso, inquieto. Daría todo el oro del mundo para cambiar todo, y el plan para esta noche fuera irse al río a pescar, pero luego empieza el show y al segundo de subirme al escenario me siento feliz y después del show ultrafeliz.

Todo lo bonito del show lo pago antes, todo se paga en la vida. Intento usar técnicas para aceptarlo, para estar tranquilo, para tomar fuerzas, me cuesta ser sociable una hora antes del concierto, me repito una y otra vez: “la vergüenza no mata”. Hay mucha gente que cuando me ve en la calle tranquilo antes del show y luego me ve en el show no me reconoce, dicen: no es la misma persona; sí es la misma persona pero en momentos diferentes. El primer paso que doy en el escenario se convierte en adrenalina. Mi teoría es que toda esa energía que tengo en el palco viene de mi miedo a subirme en él.

Hacer canciones es un modo de “descargar” tu “rabia” cuando ves algo que no te gusta…

Siempre, son mi pequeña terapia personal. Escribes más cuando ves cosas que no te agradan, no sé si será egoísmo, pero en mis momenticos felices no me dan deseos de escribir, lo vivo y punto. Cuando algo me vuelve infeliz o me da rabia, por como funciona el mundo, necesito escribirlo, sacarlo, ha sido mi salvavidas toda la vida.

¿También escribes cuando algo te conmueve?

Sí, pero más cuando me conmueve algo que podría ser mejor, escribo más ante una injusticia que cuando me conmueve un amor, por ejemplo. Tengo canciones de amor, pero son canciones de desamor, “La despedida” es una canción de amor fallido, escribí esa canción cuando me curé de la separación con esa chica. Cuando estábamos los dos juntos y felices no me salió ninguna canción. También es bueno que salga de la alegría, hay artistas que trabajan la alegría, expresarla, y nosotros también de cierto modo, no en la letra, sino más bien en la música. La letra es más triste y mezclamos los dos, de ahí viene “malegría”, esa letra un poco triste que está en mis canciones y la alegría de la música en la cual las envolvemos.

Está previsto lanzar en noviembre el CD/DVD en vivo Baioanera, ¿cuáles son los proyectos para esta presentación?

Nosotros siempre planificamos a corto plazo, para este año sí se sabe que iremos a Argentina y Chile en noviembre. Ahora salió un CD en vivo de un concierto que se hizo en Francia en Bayona. La banda está saludable, ahora volvimos de una gira por Francia de un mes, todo septiembre, fue full power, el público extraordinario, una banda donde cantamos como una piña, hay mucha amistad y muchos años juntos así que está la banda muy sólida, estoy muy feliz.

Has conformado varias proyectos musicales, los más reconocidos han sido Mano Negra, después Radio Bemba y ahora de nuevo Radio Bemba Sound System. ¿Cuáles son los puntos en común y las diferencias entre ellos?

La diferencia radica en las distintas gentes que ha estado en cada banda. La similitud radica en la energía. Son dos bandas de escenario que funcionan con la energía como primera palabra.

Tus músicos…

Son mi familia, tenemos una relación extraordinaria entre nosotros de confianza. Cada uno conoce perfectamente lo que sabe hacer y tiene mucha confianza en el otro, somos una piña, es una suerte inmensa, no es solo suerte porque se trabajó esa banda, son años, no es una banda que se montó así nada más, se fue curtiendo con los años. Para nada se montó con los mejores músicos que había en el panorama musical de cierta época. Primero la amistad, y luego la sabiduría musical o el amigo ya la tiene, o le damos la posibilidad de aprenderlo con nosotros. Radio Bemba es una banda que se presenta por allí y por allá, pero considero también que es y fue para bastante gente una escuela de música. Ese es mi orgullo, hay gente que pasó dos o tres años y luego con lo que aprendió allí se fue a montar su propia banda, y ese es mi orgullo.

En estos conciertos estás acompañado por músicos nuevos, integrantes del grupo español Festicultores.

Nunca habíamos tocado juntos. Los había visto tocar en festivales por ahí, cuando vine a tocar sabía que no habría ningún problema musical, hay plena confianza, me encanta cuando es así, cuando las cosas salen natural, es que la cosa va sana, la energía está limpia.

Discos en preparación…

Están terminados dos que ya han salido, uno que se grabó con una radio asociativa de Argentina, La Colifata, que transmite desde un hospital psiquiátrico y la llevan los pacientes del hospital. Ese salió solo en Internet en una página que se llama vivalacolifata.org y la gente puede bajar de allí gratuitamente por voluntad de los colifatos. Además fui a Mali, donde yo había producido un disco de una pareja que son dos artistas que son pareja, son ciegos. Les hice el disco hace cuatro años y ya el barrio donde viven es como mi casa. Acabé de producir el disco del hijo, se llama Sam, su banda se llama SMOD, y que saldrá próximamente. Tengo miles de canciones escritas por el camino, y tengo que grabar en algún lugar porque por ahora no paro de viajar. Tengo muchas ganas de grabar lo que estamos tocando estos días.

Este viaje a Cuba solo vinimos Madjid y yo, y tocamos las canciones de cantina y rumbitas que solemos tocar cuando estamos los dos. Tenemos una banda que llamamos Los Musicarios, los asesinos de rumba, lo peor de la rumba somos nosotros, y esos temas son los que nos gustaría grabar próximamente.

¿Es cierto que cuando viajas grabas los sonidos que te impresionan para mezclar luego con tu música?

Lo hice mucho, sobre todo esa época de preparación de Clandestinos, todos esos años que viajé por Latinoamérica, con el rumbo un poco perdido, no sabía muy bien lo que iba a hacer de mi vida, sinceramente no pensaba grabar otro disco, entonces grababa sonidos para mí, para escuchar y para poner una vocecita, una guitarra, era más terapia personal que un trabajo para que lo llegaran a escuchar otras gentes. Me pasé mucho tiempo así grabando sonidos, ambientes, y lo sigo haciendo porque siempre es apasionante grabar una canción de este modo porque cuando lo metes dentro de un ambiente toma mucho cuerpo.

Durante un tiempo hiciste cine de manera estable.

Me encanta filmar y editar. Es como la música, una pasión muy tiránica porque te coge 24 horas al día los siete días de la semana. Es un poco obsesivo, como cuando estás grabando un disco. Me apasiona, pero me retiré un poco porque llegó un momento cuando me di cuenta de que ya ni agarraba la guitarra y volví a lo mío. Sin embargo, me encanta hacerlo, tengo muchos guiones escritos, me gusta grabar con la cámara y editar después. Ahora es fácil comparado con unos años atrás, hoy en día con un pequeño aparato que puedes llevar en la bolsa lo puedes hacer todo. Con lo que tengo encima puedo grabar una película, hacer mi próximo disco, hacerlo todo y eso te da mucha libertad. Mi problema es que no hay bastantes horas en el día. Entonces me comparto entre la música y la imagen, pero últimamente tirando más hacia la música.

¿Cuánto le han aportado a la música estas otras miradas del hombre de cine, del hombre que también se interesa por las artes plásticas?

Siempre aporta mucho, muchas canciones mías han nacido de estar editando imágenes porque en ellas hay ambientes de sonido, a veces hay imágenes mías y de Madjid cantando a las 6 de la mañana, eso te da la idea para una canción, le añades una guitarra, lo regrabas y de ahí nace un tema. Muchas canciones mías nacieron de estar editando “pelis”, creo que va todo junto en cualquier arte que practiques o más que arte diría pasión, nutre todas las otras, no es algo hermético.

¿Cómo concibes la cultura?

Para mí la cultura es sabiduría de la que ya existe y luego libertad. Creo que es bueno impregnarse de la cultura a tu alrededor en cualquier país donde estés, para entenderla, y practicarla de cierto modo. Luego viene la libertad, creo que cultura es libertad, la creación es libertad. No se debe estar pensando esto no se hace así, o una cumbia, una rumba o un reggae se graban de este modo, hay que romper los moldes, un pelín de irreverencia siempre viene bien.

¿Qué es para Manu Chao la irreverencia, cuánto de bien o mal le haría al mundo un poco de ella?

Es un arte difícil. Irreverencia, pero siempre con un cierto respeto. En el mundo cultural, a muchos lugares donde voy no le haría mal un poco, muchas gentes trabajan con moldes preestablecidos, y los artistas que a mí me apasionan y me traen frescura siempre son un poco irreverentes. Está bien escuchar o ver lo que no te esperas. Está muy bien asimilar lo que se está haciendo alrededor tuyo, me parece como la base “educativa”, pero luego hay que transgredir un poco.

Hace tres años en el concierto que diste en la Tribuna Antimperialista exclamaste: “¡George Bush es el hombre más peligroso del mundo para el futuro de todos nosotros y de nuestros hijos!”, hoy cuando ya no está Bush en la Casa Blanca, ¿de qué modo crees que pueda seguir cambiando el mundo?

Con que Bush se haya ido, pase lo que pase es positivo, porque peor era difícil. Hay que ver porque todos los equilibrios mundiales están mudando muy rápido, es una época inquietante y al mismo tiempo apasionante, no hay certeza de nada, el mundo de mañana se está dibujando hoy. Está cambiando muy rápido el mundo económico, tecnológico. Desgraciadamente lo que no consigue mudar muy rápido es el mundo de las relaciones humanas, pero cada día más gente se está dando cuenta de que el sistema capitalista —que finalmente es quien rige el mundo— está llegando al fin o nos está llevando a todos a un suicidio colectivo. Ahora hay muchos más conscientes de que si el mundo capitalista sigue como va, es el fin del planeta, entonces más personas intentan mudar su día a día y vivir de una manera más acorde con las leyes de la naturaleza y la esperanza está por ahí.

Luego de recorrer muchos rincones de Latinoamérica, ¿cómo valorarías el panorama de transformaciones en el continente?

Si comparamos Latinoamérica con Europa que cada día se hace más reaccionaria, lo que está pasando en Latinoamérica en términos generales es bastante positivo, faltan muchos logros aún pero la situación estaba terriblemente crítica y eso no se va a arreglar en cinco o seis años, es un proceso de 15 ó 20 años pero que está llevando su caminito, país por país de maneras diferentes, pero evidentemente en Latinoamérica hay un laboratorio esperanzador para buscar una sociedad más justa, lo que en Europa no es el caso hoy en día.

¿Sigues teniendo confianza en el futuro?

El futuro va a pasar por crisis fuertes, el futuro está nublado a medio plazo. Va a ser difícil porque van a ocurrir cambios necesarios, la hegemonía de EE.UU. va a acabar, la emergencia de China es algo imparable, están saliendo nuevos equilibrios mundiales. Es muy difícil prever lo que va a pasar porque estamos en un período de cambio súper fuerte; pero a largo plazo el sueño, y la lucha de cada día, es que aparezca el sol.

por: Yinett Polanco y R. A. Hernández

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