A lo largo de 12 minutos Haití canta. Y aunque un estruendo la deja en silencio el 12 de enero, pronto vuelve, aun en la incertidumbre y entre escombros, a hacer suya la música de la esperanza.
“Es el mensaje que quería dejar”, expresa el joven cineasta . Como en sus trabajos anteriores, este intenta ser un espejo de la gente, de los retos que afrontan y de la fortaleza que encuentran para reconstruir.
Fue en Anse a Pitre donde lo sorprendió el devastador terremoto, mientras realizaba un material sobre soberanía alimentaria. De inmediato, su cámara testimonió las imágenes de esos días. Sin embargo, a diferencia de las crónicas de los grandes medios, las suyas huyeron del sensacionalismo, y presentaron el renacer de la vida, las sonrisas y la organización de los haitianos y haitianas en un campo de fútbol de Jacmel, principal región del sudeste de la nación caribeña, en la que más de 26 000 familias quedaron afectadas.
En el audiovisual también emerge una crítica sutil a la invasión “atraída” por la catástrofe. El aterrizaje de un helicóptero norteamericano desentona con la realidad de un pueblo, que en medio de su innegable tristeza, lucha, se alienta con su fe, el vudú y su histórica tradición de independencia.
Este trabajo –nos dice Alejandro––surgió para apoyar a la Coordinadora Regional del Sudeste Haitiano (CROSE) a impulsar proyectos de solidaridad. De ahí, que el tema de la soberanía recorra de manera implícita cada fotograma.
Durante el intercambio con el documentalista, se habla de evitar la fugacidad de la ayuda, y al mismo tiempo, de la importancia de que exista en Haití un gobierno autónomo e independiente que pueda decidir el destino de su pueblo.
La presentación de este audiovisual en el CMLK fue otra evidencia de que no olvidamos a Haití, y de que nuestro compromiso se vincula a la más encendida y rebelde poesía haitiana, esa que alejó el sufrimiento y como en los versos de Rony Lescouflair llamó a levantarse : “No basta tener sed para hacer brotar la fuente. Es necesario escarbar la tierra hasta lo más profundo de sus entrañas, y con los propios dedos. “