En su discurso en representación del Observador Permanente, Mons. Celestino Migliore, en la 54° sesión de la Comisión sobre el Status de la Mujer, Dantuano se refirió a una serie de desafíos que enfrentan las mujeres actualmente como la realidad del infanticidio femenino en algunos países del mundo, la discriminación de las mujeres en materia de salud y educación, al incremento alarmante de las cifras de infección de HIV en mujeres de todo el mundo, el tráfico de jóvenes, entre otros.
Seguidamente la representante de la Santa Sede denunció que las interpretaciones comunes del término “género” eliminan la complementariedad entre hombres y mujeres, a la vez que vinculan el logro de los derechos económicos, sociales y políticos a la salud reproductiva y a la violencia contra la vida humana no nacida, es decir, al aborto inducido.
“El logro de la equidad entre mujeres y varones en la educación, el empleo, la protección jurídica y los derechos sociales y políticos es considerado en el contexto de la equidad de género. Aún hoy la evidencia sigue mostrando que la interpretación de este concepto, tal como ha sido insinuada en las Conferencia de El Cairo y de Beijing y consecuentemente desarrollada en distintos círculos internacionales, se encuentra cada vez más manipulada ideológicamente, y en la actualidad, retrasa el verdadero avance de la mujer”, explicó Dantuano
“Más aún, en recientes documentos oficiales, encontramos interpretaciones del género que disuelven tanto la especificidad como la complementariedad entre varones y mujeres. Estas teorías no cambiarán la naturaleza de la cosas, pero ciertamente están difuminando y obstaculizando cualquier avance serio en el reconocimiento de la dignidad inherente y de los derechos de las mujeres”, prosiguió.
En este sentido, enfatizó que “casi ningún documento de las Conferencias y Comités internacionales o sus resoluciones respectivas dejan de relacionar el logro de los derechos personales, sociales, económicos y políticos con la noción de salud sexual y reproductiva y con el derecho a violentar la vida humana no nacida, en detrimento de las necesidades integrales de las mujeres y los hombres en la sociedad”.
Seguidamente advirtió que “sólo raramente los derechos políticos, económicos y sociales de las mujeres son mencionados como cláusulas y compromisos ineludibles. Esto es particularmente preocupante, dado el amplio incremento de la mortalidad materna ocurrido en aquellas regiones donde los sistemas de salud son inadecuados”.
“Una solución respetuosa de la dignidad de las mujeres no nos permite pasar por alto el derecho a la maternidad, sino que nos compromete a promoverlo mediante la inversión en sistemas locales de salud y en la provisión de los servicios obstétricos esenciales”, concluyó.
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