El mes de octubre estuvo signado por los encuentros territoriales y visitas a espacios de la Red de Educadores y Educadoras Populares (Red EP) y la ecuménica Fe por Cuba. Fue un momento de reflexión en torno a lo realizado durante el año y de primeras proyecciones hacia el 2017. De acuerdo con educadores y educadoras populares, teólogos y teólogas participantes, aun cuando son notables en cada uno de estos tejidos sociales sus propios avances y desafíos, es común una mayor comprensión sobre el papel transformador que tienen en la sociedad cubana y la legitimidad de ser un actor organizado hoy.
Según Carla López, educadora popular, quien como parte del equipo del CMLK acompaña la región occidental, “esta vez, de forma general, aunque por supuesto con las particularidades y expresiones en los diferentes territorios, yo sentí que se va ganando en claridades sobre una estructura de redes, un funcionamiento de la red por equipos de trabajo, por grupos que atienden diferentes funciones”. Con esa apreciación coincide Ariel Dacal, involucrado con más fuerza en la región central del país para quien al analizar la Red EP, si bien ha habido “un agotamiento en las formas iniciales de organización, hoy existen nuevas compresiones en ese sentido. Conviven viejas formas de hacer, con nuevos actores, nuevas comprensiones”.
A una mayor desconcentración de los roles, se suma la organización por procesos y no como una sumatoria de acciones. Aunque todavía falta trabajar en ese aspecto, los avances han permitido concentrar las energías, discernir entre demandas diversas y, por tanto, lograr una contribución más concreta en cada territorio, de acuerdo con temas y potencialidades de las redes.
“En el caso de la Red EP, dice Carla, hay territorios que han ido especializándose. Pinar del Río, por ejemplo, avanzó mucho en el acompañamiento este año. De hecho, el CMLK tiene mucho que aprender de las lógicas con las que allí se trabaja. Jagüey ha ganado en gran medida en la articulación y al espacio de la Red llegan personas vinculadas a proyectos coordinados por otras instituciones y organizaciones como OAR, CIERIC, FLACSO, lo cual se vive sin conflictos… En Artemisa, una fortaleza es el trabajo comunitario. En Mayabeque se ha avanzado más en la organización por proceso”.
La formación sigue marcando la vida de las redes. Este año se profundizó en este aspecto con el propósito de que sea también un proceso estratégico en los territorios: “Verlo estratégicamente significa preguntarnos el para qué de cada actividad formativa, de cada nuevo sector al que ofrecemos nuestra formación, por qué asumimos esta y no otra demanda de formación en Concepción y metodología de la EP”, subraya Dacal.
Entre los desafíos aportados por estas miradas, se encuentra la ampliación de la Red, ya que, como apunta Carla, “continúan llegando sobre todo muchas mujeres, aunque se han incorporado jóvenes vinculados a la universidad o a experiencias comunitarias. En los encuentros territoriales, por ejemplo, participa un núcleo más o menos estable desde hace algún tiempo, aunque cada año llegan personas nuevas. Pero si bien en los territoriales se involucran en la planificación, no siempre siguen la vida de la Red y eso me parece que es una limitación”.
La actualización sobre la Educación Popular para oxigenar diseños, el trabajo de las redes y del Centro resulta otro reto, así como la forma de ordenar el funcionamiento para buscar un mayor impacto como actor de la sociedad civil. Los encuentros territoriales, tras los espacios de formación política que trataron el tema de la organización, fueron una estación más para comprender la legitimidad de accionar como tejido social en la Cuba de hoy: “Lo fundamental, como se ha venido trabajando desde el año pasado, es ganar en claridad de que es legítimo estar organizado”, apunta ella, mientras mi entrevistado añade: “los procesos de acumulación cultural para un ejercicio distinto de la política van más allá de un año, y no han madurado ni las nuevas formas ni la nueva mentalidad. Es un dato de la realidad.”
Sin embargo, ambos coinciden en que se ha avanzado en hacer más viable esa cultura política, sobre todo desde lo organizativo. Los encuentros territoriales se han detenido así en los resultados del acompañamiento a experiencias, la incidencia en los espacios públicos, el pensamiento estratégico sobre cada actividad que se asume.
Para Ariel un desafío fundamental es que, teniendo en cuenta el proceso de reordenamiento del del CMLK, no se ha podido estar de manera estable en los territorios. “Eso ha tributado a que a pesar de la paulatina compresión estratégica, no ha habido un año en que hayamos puesto a prueba una evaluación de esa perspectiva en los territorios”.
No solo cada región enseña su diversidad en el trabajo que realiza. Es muy importante reconocer la diversidad en los aportes individuales de las personas y su motivación para formar parte de este proceso. Eso hace a la Red un proyecto político desde abajo, pero también amplía sus objetivos y le otorga más legitimidad como espacio de organización y de sentido de vida.
Es lo que se ha constatado también en los encuentros territoriales. En algunos lugares es notable la participación de personas en el rango de 60 y 70 años, muy activas y activos, sobre todo en función de sus necesidades, reclamos y formas de experimentar la vida a esa edad. Detrás de ellos y ellas, hay una vasta sabiduría, y en no pocos casos, la pertenencia a un proyecto comunitario. Por tanto, es importante que se siga defendiendo que las redes sean tanto un escenario organizado para la transformación como de posibilidad para seguir recreando, cotidianamente, esos valores en sus espacios.
Hubo momentos de comunicación entre ambas redes en este mes. Del 27 al 29 de octubre se desarrolló el Taller Regional de Formación de Líderes en su segunda fase que tuvo como objetivos: compartir experiencias diaconales de las iglesias a partir de herramientas metodológicas, bíblicas y teológicas aprendidas en la primera fase; presentación de los fundamentos bíblicos-teológicos de la vocación diaconal de la iglesia; la presentación de la Red Fe por Cuba como espacio diaconal, ecuménico y participativo, la reflexión en torno a cómo fortalecer la pastoral diaconal en las comunidades eclesiales.
Para Guillermo Hernández, del CMLK, los recorridos que también se sucedieron en la región oriental permitieron analizar el quehacer de ambas redes. Fue muy hermosa la visita de conjunto, en Gibara, el 28 de octubre al monumento de Camilo Cienfuegos.
“Nuestro recorrido abarcó Santiago de cuba, Bayamo, Las Tunas y Holguín, donde nos reunimos los equipos con integrantes de los equipos de coordinación (EC) de los anillos uno y dos de la Red Fe por Cuba”, cuenta Guillermo. “En esos intercambios se dieron pasos en la articulación de los EC, y se evaluó la planificación estratégica que tributaron a tres salidas fundamentales: la red; trabajo diaconal; mundo ecuménico. También se trazaron pistas para el 2017.
“Es visible que falta una mayor comunicación entre los EC y una socialización más sistemática de las agendas. Igualmente es necesaria ampliar la integración de los miembros de la Red ecuménica en las diferentes acciones, pues todavía siguen predominando acciones convocadas por la iglesia adonde llega la comunidad eclesial, pero no se incorpora más extensamente la Red”.
No obstante, aún con esos desafíos, el teólogo apunta que cada vez más se responde a las demandas del contexto eclesial y social. Hay una preocupación por sumar a quienes se han formado en los diferentes espacios y por el diálogo entre las denominaciones.
Así, se viene caminando hacia noviembre, cuando tendrán lugar los encuentros nacionales de estas redes.
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