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Los paisajes de Dafne

Idania Trujillo

Paisaje A
Frente a la impoluta piedra alguien escribe: “Mi cuerpo está pegado a la tierra. ¿Me quedaré inmóvil, dormida dentro de este inmenso sueño?…
El río de voces desciende por el acantilado con anónima calma. Alguien ha sido llamado por la aguas.
Sentada a la orilla de un río, una muchacha lanza preguntas como si quisiera aprisionar todas las palabras de una sola vez: viento, luz, pájaros, silencios, muchos silencios, Dios…
“Eh, toma mi palabra. Mi verdad está en el asombro”.

Me llaman Dafne, aunque mi nombre completo es Dafne del Risco Nolla. Nací el 20 de septiembre de 1976 en Ciego de Ávila. Mis padres, tíos y abuelos eran miembros de la iglesia en Ciego de Ávila que pertenecía a la Convención Bautista Oriental, por tanto desde pequeña participé en la vida de esa congregación. Mi familia integraba una parte importante del liderazgo de aquella comunidad.

No recuerdo bien pero hubo una época en que se hicieron muy fuertes las discrepancias teológicas de pastores y líderes con las Convenciones Bautistas Oriental y Occidental como consecuencia de una línea de pen-samiento que se había gestado a partir del contacto con la Teología de la Liberación. Como resultado, algunos de aquellos líderes fueron separados por sus propias iglesias de la participación en la vida de la comunidad de fe, y a partir de ahí nos fuimos convirtiendo en protagonistas de otros espacios que construimos e hicimos nuestros.

Más tarde nace la COEBAC (Coordinación Obrero Estudiantil Bautista de Cuba) y unos años después surge el proyecto de la FIBAC (Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba). Precisamente dentro de esta institución surge la Iglesia Bautista Enmanuel en Ciego de Ávila.

Cuando tenía 17 ó 18 años me interesé por estudiar Teología, por profundizar en mis conocimientos bíblicos sobre la fe. No lo pensé mucho y decidí ingresar en el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas en 1997, donde hice mi formación y concluí la licenciatura.

Paisaje B
La muchacha se inclina sobre el río de voces. No encuentra manera de beber. Una mariposa revolotea sobre la humedad del charco. Es agónico contemplar el paso de las horas, así, cuando el crepúsculo es apenas un punto en el camino…

Sentí que mi relación con el Centro (CMMLK) se hizo más intensa cuando comencé a participar en los talleres socioteológicos; pero no es realmente hasta el 2005 que me involucro de verdad con el Centro, con su programa de Reflexión/Formación Socioteológica y Pastoral. Esta vez me motivé por la lectura popular de la Biblia.

Uno de los principales énfasis del Programa en estos momentos es intencionar tanto lo vivencial como las transformaciones más concretas en la práctica de la gente. A partir de ahí se trabaja lo bíblico, lo teológico y también lo metodológico. Esto implica un salto grande y es, a la vez, un reto para todo el equipo y sus colaboradores porque supone cambios desde lo personal pero también para la vida de las iglesias. Ahora la gente está apropiándose de una metodología más asequible, flexible, desde la lectura popular que les invita a leer primero en sus propias vidas. Eso, sin dudas, pasa por un signo de calidad, sin olvidar que desde el punto de vista cuantitativo el aporte es mayor porque la gente comparte saberes y aprende a combinar metodologías: la lectura popular de la Biblia y la educación popular, por ejemplo.

Los talleres de lectura popular atraen mucho sobre todo porque los pensamos como un todo, de modo integral, desde la mística que diseñamos hasta la reflexión bíblica que hacemos. Las personas después que se enganchan con la lectura popular ya no quieren leer la Biblia de otra manera.

Ahí tenemos el espacio Ventanas que nos ha permitido reflexionar sobre la metodología que empleamos en la lectura popular y en nuestros trabajos en la base. Las experiencias han sido muy enriquecedoras pues nos han puesto en contacto con lo que hacen otros, cómo lo hacen, y cómo podemos mejorar lo que hacemos a partir de esos intercambios. Es decir, ese es también un espacio del Centro que nos permite profundizar en la práctica.

Aunque actualmente resido en Ciudad de La Habana, continúo trabajando, de alguna manera, en Ciego de Ávila donde coordino un grupo de lectura popular de la Biblia. De hecho no se ha roto el vínculo pues ha quedado un compromiso muy fuerte con ese lugar, con las personas de la comunidad, de la Iglesia Bautista Enmanuel de Ciego de Ávila, y de otros lugares de la provincia.

Esta iglesia ha hecho un trabajo misionero muy amplio en casi todos los municipios de Ciego de Ávila, en pueblos y bateyes cercanos a donde llegan personas que participan en el grupo, gente incluso de otras denominaciones: de la iglesia Episcopal, Pinos Nuevos e incluso algunos que vienen de la Asamblea de Dios, de Camaguey.

Paisaje C
Se asoma a las aguas. Detrás, el sol levanta una salpicadura azulada sobre el arrecife. Nuevas voces han empezado a recomponerse en las inmediaciones de la nostalgia. ¿Quién sabe si Dios ha puesto su mano en esta nueva comunión? Tal vez, en su palabra y en la palabra de todas y todos, todos los días esté presente el asombro. Pero le asaltan dudas. Quizás, sea mejor recomponer el paisaje desde varios ángulos, y así aprender a mirar desde dentro de las propias palabras…

Llevaba un tiempo buscando algo que le diera sentido a mi práctica eclesial, pero también que le diera sentido a mis relaciones personales, que me permitiera definir una opción de vida más clara. En el Centro he encontrado personas que me han retado a seguir adelante, a hacer cosas nuevas y a hacerlas de la mejor manera posible.

Es curioso, pero cuando trabajaba cualquier tema con grupos de mujeres, de jóvenes, de adultos o cuando hacía un estudio bíblico, sentía que me faltaba algo al coordinar un grupo; notaba que había algo en lo metodológico que me faltaba, algo que no me permitía interactuar plenamente con el grupo. También percibía que la gente podía aportar más, podía dar más, pero seguía faltando algo para lograr una mejor comunicación grupal. Al descubrir la lectura popular me di cuenta que era una parte importante de lo que quería hacer en la vida. Lo que siento, lo que experimento cuando coordino el grupo de lectura popular, cuando me acerco a la gente, cuando la gente me cuenta lo que vive, las cosas que les interesan, lo que les angustia, lo que les alegra y podemos entre todas y todos buscar un camino a través de la Biblia, le ha dado un sentido importante a mi vida.

La gente tiene muchas inquietudes de realización personal, de sentido de vida. Me doy cuenta que se vinculan al grupo buscando, sobre todo, un crecimiento desde lo personal, una práctica concreta en el trabajo, la escuela, la iglesia, el barrio; buscan, creo yo, una opción de vida. Tienen entre 25 y 35 años; aunque hay algunas personas un poco mayores. En el grupo encuentran el espacio para cuestionar; la oportunidad para hablar, decir lo que piensan; y sienten que pueden ser escuchados y escuchar a los demás. Es interesante porque de ese intercambio salen muchas cosas: las angustias de la gente con el trabajo de la iglesia, las inquietudes que tienen en este sentido, y un montón de preguntas sobre qué hacer para que la iglesia funcione mejor, para que los espacios que se han ganado respondan cada vez más a sus necesidades.

Paisaje D
La luz escamotea el blanco y el negro de las transparencias. Hay interiores que navegan entre sombras y destellos. Las palabras están llenas de ruidos y silencios y hay nacimientos imprevistos. La muchacha recoge una concha y la espuma sube hasta la orilla de su mano. El río empieza a llenarse de voces…

Soy una persona privilegiada. Mi educación fue muy libre, por decirlo así, a pesar de proceder de una familia bautista y de la Convención Bautista que es sumamente rígida, con patrones éticos, morales, educativos muy ortodoxos, me siento feliz de que mi familia me haya educado de manera tan libre. Siempre me dejaron hacer… Cuando había algo que les molestaba, me llamaban y alertaban: “Ten cuidado con esto, reflexiona sobre esto otro”. Nunca me impusieron las cosas.

Por otra parte, mi crecimiento personal desde la Biblia y desde lo teológico fue bastante abierto con respecto a la perspectiva de género; sin embargo en otras áreas de la vida quedan cosas de las que una no es suficientemente consciente, donde todavía se pueden hacer algunos cambios e intencionar algunas transformaciones. En este sentido los espacios del Centro han sido fundamentales. Ellos me han proporcionado los elementos que me faltaban desde las relaciones interpersonales, desde lo bíblico, lo teológico. Conocer e interactuar con tanta gente diferente que tanto aportan a mi vida desde lo personal y lo profesional, me ha permitido ser hoy quien soy.

La transformación del mundo tiene que empezar por lo más pequeño y el Centro propicia esos espacios de transformación desde la base, desde lo cotidiano, desde lo más pequeño. Ese es uno de sus grandes aportes.
Todo lo que hacemos en los talleres de lectura popular de la Biblia, en los talleres de educación popular está en ese camino, en el camino de producir transformaciones desde lo más pequeño y, a veces, aparentemente insignificante. Por otra parte se produce una especie de sano contagio porque la gente se convierte, a su vez, en multiplicadora de esos espacios en sus comunidades. Un mundo mejor sí es posible desde esa perspectiva aunque muchas veces nos parezca poco eso pequeño que intentamos hacer cada día en beneficio de otros y otras, de nuestra realidad y de la de otros. En ese sentido el Centro puede promover, y de hecho lo hace, una práctica transformadora.

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