Presentar un libro siempre es un compromiso con uno mismo y con quienes se acercan a hojear sus páginas. Y el propósito de quienes escribimos, compilamos, editamos no solamente es dar a conocer su contenido sino, fundamentalmente, motivar, provocar a quienes nos leen.
Se supone, entonces, que estas palabras logren, al menos, inquietarlas e inquietarlos para que se acerquen a _Para avivar el espíritu_…, donde se reúne una selección de sermones, intervenciones y escritos del pastor Raúl Suárez Ramos, director del Centro Memorial Martin Luther King y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Cuando Kirenia Criado e Idania Trujillo me invitaron a rastrear “la palabra” de Raúl Suárez me asaltó esta pregunta: ¿y ahora cómo enfrentó esta nueva aventura? pues durante más de quince años me he dedicado a investigar, compilar y escribir sobre la vida y obra de Pablo de la Torriente Brau y a rescatar la memoria de los cubanos que participaron en la Guerra Civil Española.
Esa pregunta me llevó a reflexionar sobre algo que muchas personas suelen omitir: los libros por muy “cerrados” en cuanto al tema o contenido que expresen se hacen para que sean apreciados por todas y todos. Por eso no entendí bien un comentario hecho en estos días sobre los espacios y el público donde debía presentarse Para avivar…, de hecho me quedé sorprendida cuando desde CEPRODESO, Pinar del Río, alguien dijo que el libro no debía estar porque al ser este un texto de carácter religioso no había público para este tipo de lecturas.
Entonces que me dije: ¿Acaso esta compilación está dirigida a un público determinado, es que la palabra de Raúl Suárez —ya sea a través de un sermón, una intervención o un escrito— está dirigida sólo a hermanas y hermanos de religión, entonces los libros, compilaciones y estudios que hice antes sobre Pablo de la Torriente Brau, la Guerra Civil Española, aquellos hombres que estuvieron junto al pueblo español defendiendo la República fueron hechos solamente para estudiosos del tema, historiadores o es que nos hemos olvidado de los hombres y mujeres sencillos, de la entrega, amor y valores de solidaridad que representan?.
La respuesta, lógicamente es un rotundo ¡No! Prueba de ello es que hoy me atrevo a presentar este libro desde la humilde posición de compiladora aunque, aclaro, no soy estudiosa del protestantismo, ni teóloga, y ni siquiera profeso una creencia religiosa pero como me tocó la suerte y la alegría de dedicarme —durante un año— a esta investigación, que tuvo como resultado este libro, estoy aquí y puedo afirmarles sin temor alguno que Para avivar el espíritu es un llamado a la solidaridad y al amor entre todas y todas, a pensar en la familia, en la relación de parejas, en la formación de los hogares, en la patria, en la nación, en las iglesias y en el Dios humano y solidario que camina entre la gente, goza y sufre, se angustia y se rebela antes las injusticias donde quiera que se cometan.
Es también un llamado a decir “la palabra” y a ser consecuente con ella. En sus 240 páginas las lectoras y lectores, hombres y mujeres, podrán encontrar múltiples enseñanzas; también una palabra que los hará inquietarse, emocionarse y reflexionar sobre nuestro país, el mundo y la iglesia cubana. Por eso es, reitero, es un clarín que nos invita a luchar por la unión…
Me gustaría hacerles también otra invitación: desterremos la idea de que este es un libro dirigido a religiosos, creyentes, protestantes… No olvidemos que estamos frente a la voz de un hombre que —como muchos otros en nuestro país, pero hoy nos tocó la suerte de hablar de nuestro Raúl Suárez— tuvo el privilegio y la dicha de ser pastor de una “iglesia con corazón de pueblo” la Bautista Ebenezer de Mariano; de estar junto a los pobladores de un barrio de los más humildes de esta ciudad: Pogolotti; de compartir con las y los caravanistas de Pastores por la Paz —desde su nacimiento—, de acompañarse y acompañar a hermanas y hermanos, compañeros y compañeras del pueblo cubano y de esta América nuestra.
Y ese espíritu que se aviva en estas páginas no puede, de modo alguno, acotarse a un sentimiento o una creencia religiosa porque expresa ese sentido de comunión, de compartir no sólo la mesa, el pan o el vino, sino también de compromiso con un país, que necesita cambios y está cambiando, y con una iglesia llamada a ser “corazón de pueblo”. Tal vez por eso en su sermón del 5 de marzo del año 2000 en su iglesia Ebenezer de Marianao Raúl Suárez dice: “Hermanas y hermanos compartir es la esencia del Evangelio de Jesucristo, compartir valores espirituales como el amor, la humildad, la honestidad, la fe y también las cosas materiales”.
Con un lenguaje sencillo, de pueblo, Raúl nos convida también a visitar su propia memoria, su historia de vida, llena de contradicciones y gozos, y a la vez nos propone un método, que lejos de imponerse es una fiesta de la palabra sentida y vivida porque toma de la realidad esas anécdotas que son “parábolas de la vida cotidiana” desde el ser humano que es, y nos lleva a situaciones lejanas y cercanas en el tiempo, como esta: “Cuando estaba en el seminario conocí a un hermano que sentía rabia por lo que estaba pasando en Cuba. Un día alguien le dijo: Tu casita de allá, en tal lugar, la nacionalizaron. Aquel futuro pastor se alegró y dijo: ¡Aleluya Señor, llegó la persecución!, esto confirmaba su idea sobre el proceso que vivía el país. Al poco tiempo, cuando empezó la discriminación a los religiosos, a los cristianos —a los niños, a los estudiantes y a los que eran obreros en sus centros de trabajo— aquel hermano seguía dando gracias a Dios pero no para que cambiaran las cosas. Su actitud no probaba su fe en Jesucristo, sino su ideología, su manera de pensar. Otros creyentes, sin embargo, que sentíamos sed de justicia no decíamos aleluya frente a lo injusto, sino que orábamos para que cambiaran aquellas situaciones. No nos cansábamos de luchar”.
Por eso cuando me propusieron venir aquí y compartir mi modesta palabra desde este panel, hablar de este libro y del valor de lo espiritual, pensé que si quería motivarlas y motivarlos debía hacer también de este momento una sana “protesta” y dejarme provocar por el espíritu que me llevó a aceptar ser compiladora, editora y parte de la historia personal, pastoral y social de este humilde pastor, cristiano y revolucionario.
Quisiera terminar o tal vez comenzar, en un sentido más provocador, con una cita bíblica que aparece en este libro: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal […] A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”. (Deuteronomio 30,15 y19)
Hermanas y hermanos, compañeras y compañeros, amigos y amigas, ojalá haya logrado motivarlos, avivarles el espíritu y, lo mejor, desterrar de algunas mentalidades “ciertos límites” que por fuerza de la tradición, las visiones estereotipadas o el desconocimiento siguen creyendo que Para avivar el espíritu, la inquieta palabra del pastor Raúl Suárez es un libro “solo” para cristianos. La verdad que sus esencias nos tocan a todas y a todos.
Muchas gracias a Suárez, muchas gracias a las que me invitaron a hacer esta compilación y a los que la hicieron posible, gracias también a ustedes por estar hoy aquí y compartir nuestra alegría.