Ese es el diagnóstico estampado en un informe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos.
“Radio y TV Martí no lograron avances discernibles ni en la sociedad cubana ni en materia de influencia sobre el gobierno”, afirma el documento redactado por los miembros del gobernante Partido Demócrata del Comité y publicado el lunes.
Menos de dos por ciento de los cubanos sintonizan Radio Martí, mientras casi nadie mira la programación de su televisora hermana, no sólo por la exitosa interferencia operada por el gobierno cubano, sino por la convicción general de que las noticias que transmiten no son “objetivas”, afirma el documento.
El informe de 15 páginas reclama que los dos medios sean trasladados de su actual sede, la sudoriental ciudad estadounidense de Miami, a Washington, y puestos bajo control de La Voz de América, un medio estatal cuyas “normas periodísticas” son más profesionales, afirma.
El diagnóstico, divulgado en medio de debates legislativos sobre la ineficacia de la política estadounidense de bloqueo económico a Cuba, fue duramente criticado por parlamentarios derechistas de línea dura, defensores acérrimos de Radio y TV Martí y de la entidad que las supervisa, la Office of Cuba Broadcasting (OCB).
El presidente del Comité, senador “John Kerry, y su personal están resueltos a matar a la OCB”, acusó el representante Lincoln Díaz-Balart, de origen cubano, en una entrevista publicada por el diario The Miami Herald.
Lo que debería hacer el gobierno de Barack Obama, terció el senador demócrata Russ Feingold, es dejar de financiar esos dos medios.
“Cuando estamos con un déficit fiscal astronómico (…), necesitamos eliminar todo gasto ineficiente y superfluo”, sostuvo Feingold, miembro del Comité, en una carta dirigida a Obama.
“Este programa es una reliquia de la Guerra Fría, no cumple con reglas periodísticas y es un ejemplo notable de desperdicio gubernamental”, agregó.
El informe aparece en momentos de escepticismo sobre un descongelamiento de las relaciones entre el gobierno de Obama y La Habana.
En su primer año de mandato, Obama levantó las duras restricciones impuestas por su antecesor George W. Bush (2001-2009) a los viajes de cubanos-estadounidenses a Cuba y al envío de remesas de dinero a sus familias en esa isla caribeña.
Parecía el comienzo de medidas para desmontar más de 50 años de bloqueo económico. Pero los gestos permanecen congelados desde hace más de seis meses.
Los dos gobiernos retomaron conversaciones sobre cuestiones migratorias y una muy modesta ampliación del intercambio cultural y científico, además de llevar a cabo una elogiada iniciativa de apoyo a los médicos cubanos que prestan cooperación en Haití, devastado por el terremoto de enero.
Pero la muerte en febrero de un preso político cubano tras una larga huelga de hambre y la detención de un contratista estadounidense que suministraba equipos de comunicaciones a grupos judíos, enfriaron el entusiasmo de la Casa Blanca en la reforma de las relaciones bilaterales.
El Congreso legislativo discute un proyecto de ley que facilitaría a los agricultores y ganaderos estadounidenses los trámites para vender sus productos a Cuba y, sobre todo, pondría fin a la vieja prohibición de viajar al país isleño que pende sobre los ciudadanos de Estados Unidos.
El proyecto de Ley para la Mejora de las Exportaciones y la Reforma de las Sanciones Comerciales cuenta ya con unos 190 promotores en la Cámara de Representantes, de 435 escaños.
La iniciativa “está muy cerca de ser aprobada en el pleno”, según el especialista Geoff Thale, de la no gubernamental Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos. “Pero no está claro si los líderes (del legislativo) dejarán que llegue a esa instancia”, añadió.
Hay un proyecto similar que cuenta con el respaldo de 40 senadores en la cámara alta, pero allí podría fracasar, agregó Thale. Y el Poder Ejecutivo no está haciendo nada a favor ni en contra de la iniciativa, indicó.
Para Thale, el informe sobre Radio Martí constituye “un desafío generalizado a los intereses y estructuras que han sostenido por tanto tiempo nuestra política hacia Cuba”.
Radio Martí fue lanzada en 1983 por el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989), y la siguió siete años después TV Martí. Sus señales se han emitido desde transmisores colocados en globos estratosféricos, aviones sobrevolando el mar cerca de Florida y emisoras privadas de ese estado, el más cercano al territorio cubano.
Según el Servicio de Investigación del Congreso, la gigantesca operación insumió más de 630 millones de dólares del Tesoro estadounidense hasta el 31 de octubre de 2008.
En 2009, último año del gobierno de Bush, la COB recibió más de 35 millones de dólares, reducidos a 32,5 millones para el actual ejercicio, mientras la administración de Obama ha solicitado un presupuesto de 29,2 millones para el año fiscal 2011 que se inicia el 1 de octubre.
Algunos legisladores demócratas pidieron cortes más drásticos y otros, como Feingold, que se elimine por completo a los dos medios.
Una de las cosas que han mejorado en este lapso es la calidad de la televisión cubana, afirma el informe, que incorporó programas extranjeros de entretenimiento, como las series estadounidenses “The Sopranos” y “Grey’s Anatomy”, y que retransmite programación del canal de noticias CNN en Español.
El reporte incluye estudios previos y entrevistas con varias fuentes, inclusive con el personal de la OCB, para concluir que éste “no cumple con las normas básicas del periodismo”, transmite “informes sin fundamento sobre Cuba como si fueran noticias legítimas” e incurre en “lenguaje ofensivo e incendiario”.
El diplomático Wayne Smith, que encabezó la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba desde fines de los años 70 hasta 1981, opina que el gobierno de Obama “debió quitar del aire TV Martí” apenas fue investido y trasladar Radio Martí a la órbita de La Voz de América.
Los dos medios fueron “un fiasco desde el primer momento, por ser mera propaganda. La Voz de América era muy cuidadosa, tenía su punto de vista, pero se cuidaba de suministrar fuentes y de ser equilibrada”, dijo Smith.
En cambio, la COB “sólo expone un punto de vista: el de los ultraderechistas exiliados cubanos”, sentenció.