Jueves en la tarde, el grupo iba creciendo a medida que llegaban, como hormigas que sin capitán, saben cómo se llega a su hogar. Aquellos que Dios había querido juntar y capacitar en estos tres días estaban dándose cita en el local de la iglesia presbiteriana de la ciudad de Sancti Spíritus, para el primer taller de formación de líderes en la región central. Además de los anfitriones, vinieron 52 personas de todas partes: Manicaragua, Santa Clara, Camajuaní, Remedios, Zulueta, Taguasco, y Ciego de Ávila.
Aunque metodistas, pineros, cuáqueros, presbiterianos, bautistas, de la iglesia de Cristo, entre otros hermanos y hermanas, no adoramos en el mismo templo, esta jornada nos unió en un mismo espacio. Las expectativas parecían distintas, pero a la vez eran iguales. Nos unía querer conocer nuevas personas, aprender más sobre Dios, alimentarnos de las experiencias de los demás, divertirnos, recibir y dar, todo con el propósito de ser mejores y aportar así a nuestra misión como hijos de Dios.
En un principio algunos pudieron parecer escépticos y hasta negativos. Luego de pasar el tiempo, del compartir y de aprovechar toda la entrega del equipo de coordinación, quienes se desempeñaban en este rol por primera vez, hicieron que estas expectativas y aquellas que algunos pudieron callar, fueran cumplidas y superadas. Todos salimos satisfechos y deseosos de volvernos encontrar.
Gracias a Dios por cada uno de aquellos que está usando para que cosas como estas sucedan, venciendo las barreras que nosotros mismos hemos creado.