“Las cooperativas han tenido un impacto en la generación de empleo, en la inversión, en la educación y la salud. Han propiciado el desarrollo comunitario”, señaló a IPS Juan Domínguez, coordinador general de la Sociedad Cooperativa de Asesores para el Avance Social, que trabaja desde 1990 con organizaciones de la sociedad civil.
Domínguez, adscrito a la Red Nacional de Investigadores y Educadores en Cooperativismo y Economía Solidaria, es autor de dos investigaciones sobre el ramo, la última titulada “Las cooperativas, polos de desarrollo regional en México”, de 2008.
En 2005 un grupo de cultivadores de frijol crearon en el norteño estado de Zacatecas el Centro de Abastos e Insumos y Servicios Integrales “El Granero Nacional”, para facilitar el acopio del grano y garantizar los canales de distribución.
“La cooperativa ha hecho una diferencia, porque una de las principales ventajas es la comercialización masiva. Se deposita el producto en las bodegas y la cooperativa lo vende. Además, se adquiere equipo que un productor individual no podría”, declaró a IPS José Villegas, presidente de la agrupación que reúne a 600 productores.
Cada agricultor siembra una superficie promedio de 20 hectáreas, con un rendimiento medio de una tonelada por hectárea. Para 2010, la Secretaría (ministerio) de Agricultura garantizó un precio de 67 centavos de dólar por kilogramo.
En México operan unas 15.000 cooperativas, en su mayoría de consumo y producción de bienes, y en ellas participan unos cinco millones de personas, según datos del Fondo de Desarrollo Social del gobierno del Distrito Federal, donde se asienta Ciudad de México.
En este país de 112 millones de habitantes, la población económicamente activa asciende a unos 46 millones de personas, de los cuales 5,43 por ciento está en desempleo abierto, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Pero las cooperativas se topan con el escaso acceso al financiamiento público y privado, lo cual obstaculiza su formación y su funcionamiento, lo que lleva al sector a estar rezagado respecto a otros países latinoamericanos.
Esta expresión de economía social crece, de hecho, de norte a sur del continente americano. En Estados Unidos, por ejemplo, había en 2009 unas 29.000 cooperativas, con 80 millones de integrantes, y en Argentina casi 18.000, con unos nueve millones de miembros, según la no gubernamental Alianza Cooperativa Internacional (ACI).
En el caso de México, los cooperativistas se quejan de falta de apoyo. “Los recursos son pocos, no se tiene un gran capital para empezar y hay problemas para comprar insumos y para tener infraestructura”, dijo a IPS Alma Ortega.
Ella fundó en la década de los 90 en Ciudad de México dos cooperativas actualmente autosustentadas, una de transporte y otra de comercialización de bienes, que tienen en conjunto 22 socios.
Una Ley General de Sociedades Cooperativas regula al sector desde 1994, que las define como organizaciones basadas “en intereses comunes y en los principios de solidaridad, esfuerzo propio y ayuda mutua, con el propósito de satisfacer necesidades individuales y colectivas, a través de la realización de actividades económicas de producción, distribución y consumo de bienes y servicios”.
Pero la ley tiene lagunas que generaron barreras y vicios en su aplicación, que este año buscaría corregir un nuevo texto, según prometió en febrero Jorge Ocejo, presidente de la Comisión de Fomento Económico del Senado y miembro del gobernante y derechista Partido Acción Nacional.
El senador resaltó que las cooperativas, lejos de representar una economía marginal o ser pobres, suman en México un patrimonio que supera los 8.300 millones de dólares, por lo que requieren una ley que las estimule y brinde seguridad jurídica.
El reimpulso al cooperativismo de hecho comenzó en el país de la mano de las iniciativas adoptadas desde 2006 por el Distrito Federal, gobernado por el izquierdista Partido Revolucionario Democrático (PRD).
Ese año, en la capital se aprobó la Ley de Fomento Cooperativo, y desde 2009 su gobierno puso en vigor el Programa General de Fomento Cooperativo, para impulsar las variantes de la economía social.
El senador del PRD René Arce recordó que además de las cooperativas, en México existen otras importantes formas alternativas de producción. Entre ellas, 26.000 ejidos (explotaciones rurales colectivas) en que participa 15 por ciento de la población activa, o 600 empresas de trabajadores.
“El sector social practica la ayuda mutua y solidaridad que ejerce la democracia directa, erigiendo así una práctica económica cuyo centro es el desarrollo del ser humano como valor principal’, destacó Arce.
“El escenario más difícil, pero el más cercano, es avanzar en el mercado abierto. Lo que buscamos es que se avance en el mercado inter-cooperativo, de modo que se priorice la compra-venta de materias primas e insumos entre las mismas cooperativas. Ahí hay un segmento bastante virgen”, planteó el especialista Domínguez.
No hay cifras precisas sobre su peso en el producto interno bruto mexicano, pero sí se ha podido medir que en 17 de los 32 estados mexicanos, 200 instituciones autogestionarias mostraron un importante peso en el desarrollo regional, según la investigación realizada en 2008.
Las más numerosas fueron las cooperativas pesqueras, con una repercusión trascendente en sus comunidades de operación. Muchas cooperativas, especialmente de producción, se han concentrado en nichos de mercado, entre ellos el de los productos ecológicos como el café orgánico, bajo esquemas como el de comercio justo.
Un grupo de organizaciones no gubernamentales han defendido la reforma al artículo 25 de la Constitución mexicana, para fomentar la economía social.
“Debemos modernizar los equipos de limpieza, porque ya tienen 20 ó 25 años, y los sistemas de adquisición de insumos, para que los productores los tengan cuando los necesitan. Además, queremos incursionar en la agricultura por contrato, para que el productor siembre lo que le van a comprar”, apostó Villegas, cuyo centro posee bodegas con una capacidad de 8.000 toneladas.
“Las cooperativas son una buena opción para generar empleo y combatir la crisis alimentaria. Por eso, pugnamos para que se formen más cooperativas y tengan proyectos reales, de impacto”, aseveró Ortega, integrante del autónomo Instituto Mexicano de Desarrollo Cooperativo, instituido en 1996 para empujar el sector.
El primer sábado de julio se celebra el Día Internacional de las Cooperativas, adoptado en 1992 por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y cuyo motivo este año es: “Los jóvenes, el futuro de la empresa cooperativa”. El cooperativismo tiene, además, su identificador específico en las direcciones de Internet: coop.
La ONU, además, ha declarado 2012 como el Año Internacional de las Cooperativas, bajo el lema “Las empresas cooperativas ayudan a construir un mundo mejor”. Esas agrupaciones dan empleo directo a más de 100 millones de personas en el planeta, según el organismo mundial.
Además, en noviembre próximo la ACI, fundada en 1895 y que cuenta con 1.000 millones asociados en 91 países, efectuará su asamblea general en el balneario de Cancún, en el sureste del Caribe mexicano.
Por: Emilio Godoy