Por Sayonara Tamayo Arjona
Cuando en 1992 llegó a Cuba la primera Caravana de Pastores por la Paz, sus integrantes ponían el pecho, “a camisa quitada”, desafiando el bloqueo de los Estados Unidos contra la isla, en un momento en que la hostilidad de su gobierno hacia el pueblo cubano se incrementaba notablemente.
Así ha sido durante treinta años. Los propósitos de su fundador, el Reverendo Lucius Walker, se mantienen intactos y son honrados cada vez con el acopio y entrega de ayuda solidaria mediante la Fundación Interreligiosa por la Organización Comunitaria (IFCO)-Pastores por la Paz.
Desde el inicio, el Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr. ha acogido a los caravanistas y participado en el acto de profundo amor que significa, primero, recorrer una parte de su territorio recolectando la ayuda y, luego, traerla hasta acá para ser distribuida en sectores sensibles y vulnerables de la población.
Conmemorando las tres décadas de la iniciativa, este lunes arriba a La Habana, desde Miami, la XXXII Caravana de Pastores por la Paz, con 91 integrantes, tras recorrer más de una veintena de ciudades estadounidenses procurando apoyo solidario, principalmente, para la donación de insumos médicos. Esta vez, la mayoría son jóvenes menores de 30 años que visitan la isla por primera ocasión.
Además del traslado y entrega de la ayuda humanitaria, quienes integran la Caravana viven la experiencia del intercambio directo con sectores del pueblo cubano. Se amplía y fortalece, así, la relación pueblo a pueblo, conociendo de primera mano los avances y dificultades en medio de las cuales Cuba construye soberanamente un modelo propio de socialismo.
Este año, además, se cumplen seis décadas de que el presidente norteamericano John F. Kennedy oficializara el bloque a Cuba el 3 de febrero de 1962. Justo la mitad de ese tiempo, Pastores por la Paz ha acompañado la resistencia de la isla, convirtiéndose en un símbolo de lo que el amor, la solidaridad y la fidelidad pueden lograr; venciendo los obstáculos del bloqueo en su propio país, pero representando a la mayoría del pueblo norteamericano, que no aprueba esta política inhumana e injerencista hacia Cuba.
De este lado, con fe y la esperanza de que un día el bloqueo caerá, la “familia” grande del Centro Martin Luther King les recibe, con el mismo amor, en una casa que es suya también. La entrañable amistad entre Lucius Walker y el Reverendo Raúl Suárez, director fundador del CMLK, su fe compartida y rebeldía contra la injusticia, iluminan el camino de los que llegan e inspiran el abrazo de quienes, aquí, les esperamos.